Si Marta de Nevares hubiera alumbrado
tus ojos, la dulce sonrisa de ella, enajenada,
hubiera impedido los dolores de lo acordado
el olor de la música a la interperie; nada
habría representado ajeno a lo imaginado;
el sabor de las imágenes sería una mañana
devanada por los círculos, rima imperfecta
que pretende admitir casi todo lo inacabado.
Mujer, demuestra tu dulce ímpetu sola
arrastra tu dolor con viento ajeno
imagina los dulces sin el engañoso futuro
descubre en ese viejo amor -por inseguro-
el lívido revolcón, al triste heno,
a su sotana,al temor de la antigua ola.
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