jueves, 12 de diciembre de 2013

Un naufragio de ingenuos

O quizá de otra forma, ya hubiésemos hundido
a los barcos más viejos,
o hubiésemos oído a la voz de mesana
 jadeante y muy húmeda
requiriendo un sinfín de advertencias de miedo.

Como el casco crujía desgajando sus tablas
los suspiros, apenas,  ya se oían por la borda
y en sus zonas más fuertes se escuchaba el quejido
de los nautas bisoños.

Se adentraron osados en la piel de Neptuno,
presumiendo en la ruta de saberes antiguos,
marineros ingenuos de una tierra muy seca
que ofrecióles apenas unas pocas semillas .

Audaces en celo acortaron esa ruta
por las olas más amplias,
las que herían el costado de la débil barcaza
que sirvió hace tiempo de residuo olvidado.

Tiritaban ahora en la noche secreta,
sin estrellas ni luces que confíen en la suerte
de encontrar salvamento en un alga cualquiera
que soporte el peso de los miembros cansados.

Ya sin aire y orondos flotan leves y etéreos
por encima del agua ,
los que antes sabían mucho más de la mar
yacen lejos ahora del rumor de las olas
ignorando la suerte de los hombres de adentro.