miércoles, 9 de enero de 2013

Whatsapp.


Hoy, ingenuamente, escribo a través del Whatsapp.
Los que  me responden son casi todos jóvenes u  ocultos
en líneas indescifrables para mi terminal que es la vida.

En lenguaje admisible pero indescifrable me llegan
mensajes de amor y desidia, inescrutables signos
que me enorgullecen hasta cierto punto, por severos.

Apago la aplicación, desestimo la idea telemática,
escucho- a través del teléfono- un silencio breve
que se corta en el intento impaciente de una respuesta.

Y todos los Whatsapps me inducen al silencio,
otra vez, Y descubro mi inutilidad, mi insuficiencia
para amar a través del aire, mi silencio cierto.

Y mientras tanto, mi vientre se vuelve azul oscuro
a pesar de los pequeños detalles, de las inútiles historias
que introducen a un extraño, en una fea costumbre de ser...