sábado, 5 de diciembre de 2009

La ciudad, la bestia y el poeta

Me tiene atrapado la indefensión
de no volver atrás.

El regreso impide una respuesta
sin sed.

Ahora, sería más divertido
un gesto.

Es la hora de besar a la bestia,
dejarla hacer de lo suyo.

Si empiezo a alargar el verso
se me vuelve a la mitad: un hemistiquio.

Y sueño con aquellos poetas sucintos,
llenos de calor e imágenes
que en la gran ciudad no son nada.


Los que, con los grandes autobuses,
ignoran la equivocación,
el destino de cualquier pasajero.

Un viaje virtual a Ushuaia

Me manda una postal un amigo
y me dice: estoy en Cabo Verde.
Miro al mapa y no veo fronteras,
ni siquiera el rumbo que llevará
en esa singladura.

Es verdad!
Por ahí viaja;
rumbo a un Brasil que, aquí en la lejanía,
me parece sucio,
con exiguo biquini y poco pecho.

En mi mente no considero tal viaje.
Lo cercano acabó por descubrirme igual que a lo demás.

Y sueño con la imagen de sus postales:
Bali, Senegal o tal vez La India.

Otro día me indica que en Chile
las cosas son distintas,
que los volcanes son muy altos y con nieve,
que me acerque a Ushuaia.

Inútil.
Los ojos tienen el color de la noche
y el bolsillo me anuncia que el próximo bar
queda lejos.