¿Dónde andáis soles y amigos míos?
¿Qué hacéis ahora, en la hora triste
en la que navegar es como andar
sobre las aguas llenas de gente?
Luego me diréis, que era desidia
por lo lejano, lo inaprensible,
y estabais fuera dorando el cuerpo
y mirando de reojo al fantasma.
Tranquilas... no es una apreciación
inútil, ni un verso forzado de imágenes,
pescado sofrito, chaqueta de armario
de playa, un cierre abierto al horizonte.