jueves, 28 de abril de 2011

Este pesimismo que me es grato

Entre la imagen ingenua de unos cuantos amigos
que ignoraron a tiempo el color de las cosas,
hemos dicho muy pronto que el fragor era inútil;
que los dulces deseos eran frágiles
huesos de sabor imposible;
que la fresca fragancia
de los setos en flor, simples velos cubiertos
de recodos imberbes.

Ahora son los más jóvenes, con su cierta ignorancia,
los que son defendibles o quizá no muy bravos.

El espejo muy oscuro no da para designios,
ni aún de súplicas vanas que ya esperan su turno
en el ámbito serio de lo ya queda oculto.

Es difícil abrirse a estos tiempos que dejan
resonar a los gestos tanto tiempo tan nimios,
a los falsos deseos que ya anuncian fracaso
de lo más refutable en un hueco juicioso.

Siempre, el escape de esa cara corriente
suele ser un propósito de incontables canciones,
de difíciles juegos que terminan en tablas,
y agradecen muy mucho un ligero armisticio
de las almas que luchan sin saber su destino

martes, 19 de abril de 2011

DANIEL

No era muy temprano y me he preguntado:
¿Habrá trabajado hoy el cartero?
¿Habrá realizado esa función tan deseada
En otros tiempos?

Ya sé que Daniel no espera hoy carta
Ni anuncio que haga breve su existencia
Tan denostada por sus vecinos.

Daniel lleva tiempo solo y sin queja;
No ha desesperado de los días porque
Ha descubierto que es fuerte y macizo
como una vieja roca…

No quiere decir nada a sus amigos,
Gritarían demasiado, dice él;
anunciarían excesiva ruina
En lo que apenas merece la pena.

Daniel es un tipo estupendo, pero tímido
En las relaciones que le afectan y se siente herido;
Ha preferido mantener el silencio para no herir
A los suyos, a los otros, a nadie…

Daniel sigue siendo un tipo serio.
Es su fortaleza.

viernes, 8 de abril de 2011

Sensatez

Amigos recónditos:
hoy no no voy a hablar de nadie,
de nada pienso esconder lo más nimio,
nada pienso hablar de nadie.

Dicho así, parece una nimiedad
o la ley de la selva mejor diagnosticada;
de cualquiera de las maneras es una justificación
mordida.

He pensado si la locura ha acudido
a las mentes de mis otros sin saberlo,
sin puntos, ni comas.

Dulcemente, he reconocido sinceramente
que se trataba del mundo,
de las otras cosas que veo en la ventana de enfrente,
en las de enfrente otras ventanas.

Sí, amigo irreconocible
es un síntoma de la desfachatez, de la locura
escondida bajo tus pies.