Regreso a casa en las tardes azules de la ciudad
y no me da miedo
de ser un animal social arrastrado
a los albañales del pueblo.
Atravesé los puentes, descubrí calles inimaginables en el intento,
viajé al viejo zoco
donde los judíos son inoportunos
y los turistas son cámaras.
Cerca de estos viejos viví
como en las deseadas calles Polonia
severos amores de una bella mujer
animando al juego de lo inaprensible.
Le comenté qué más cerca de lo nuestro
inventaban historias de niñas enamoradas
que habían dejado su piel en el intento
y que viejos mercaderes quisieron vender
sus sedas de esparto a los turistas
viernes, 26 de septiembre de 2008
LA NUEVA CUISINE
La espuma de la cocina es la del fregadero;
la soplada con nuevas técnicas
debe ser exquisita al borde de una mesa
de incompetentes.
Pretendemos hablar del sustento,
antigua palabra e imagen para definir
viejas calas recuperadas en la guía michelín.
El pecho de una mujer no ha sido nunca de aire,
tampoco la salvación del promiscuo;
los dos intentaron no pecar ante esa idea
que,con la edad, se desvanece en la desidia.
Quizá deberíamos hablar solo del arroz
de los miserables,
dejar descansar nuestras largas ancas
allá donde la Costa Brava es ínclita, superficial...
admirablemente inútil.
la soplada con nuevas técnicas
debe ser exquisita al borde de una mesa
de incompetentes.
Pretendemos hablar del sustento,
antigua palabra e imagen para definir
viejas calas recuperadas en la guía michelín.
El pecho de una mujer no ha sido nunca de aire,
tampoco la salvación del promiscuo;
los dos intentaron no pecar ante esa idea
que,con la edad, se desvanece en la desidia.
Quizá deberíamos hablar solo del arroz
de los miserables,
dejar descansar nuestras largas ancas
allá donde la Costa Brava es ínclita, superficial...
admirablemente inútil.
jueves, 25 de septiembre de 2008
A mi mujer
Ingrid, en este verano, ya hemos dejado de visitar
el pequeño vergel de la osadía;
mi pequeña Ingrid, sabes del humo de la sal,
del pequeño animal que se deja sentir
admirando los huecos de la memoria de todos.
Mi dulce Ingrid, no ha sido tan importante
no viajar más allá de la memoria, sí ignorar
las lunas vacías de contenido,
viendo pedalear almas alocadamente.
Ingrid, tú sabes de autopistas y de amor,
de insignes , desconociendo esa raya
del cariño que, más tarde, es un número.
Mi dulcísima Ingrid, sabes de los hombres que somos,
de la estupidez humana que se desparrrama a veces,
del admirable hecho de ser mujer.
Mi dulcísima Ingrid...
el pequeño vergel de la osadía;
mi pequeña Ingrid, sabes del humo de la sal,
del pequeño animal que se deja sentir
admirando los huecos de la memoria de todos.
Mi dulce Ingrid, no ha sido tan importante
no viajar más allá de la memoria, sí ignorar
las lunas vacías de contenido,
viendo pedalear almas alocadamente.
Ingrid, tú sabes de autopistas y de amor,
de insignes , desconociendo esa raya
del cariño que, más tarde, es un número.
Mi dulcísima Ingrid, sabes de los hombres que somos,
de la estupidez humana que se desparrrama a veces,
del admirable hecho de ser mujer.
Mi dulcísima Ingrid...
miércoles, 17 de septiembre de 2008
No desprecio a los ingenieros
No desprecio a los ingenieros informáticos
por su ínclito saber de la fibra óptica,
sino por sus camisetas de colorines
y sus zapatos planos, que me recuerdan
a los antiguos húngaros del metal.
No desprecio a los políticos
porque continúan informatizados,
los aprecio por su textura,
su íntimo pelo liso sujetado " de forma natural".
A veces, junto a la más mísera ribera
de un río, escupo a un cielo inaprensible,
recuerdo los vagos momentos de la niñez
que se escapan a las vagas nubes de algodón.
por su ínclito saber de la fibra óptica,
sino por sus camisetas de colorines
y sus zapatos planos, que me recuerdan
a los antiguos húngaros del metal.
No desprecio a los políticos
porque continúan informatizados,
los aprecio por su textura,
su íntimo pelo liso sujetado " de forma natural".
A veces, junto a la más mísera ribera
de un río, escupo a un cielo inaprensible,
recuerdo los vagos momentos de la niñez
que se escapan a las vagas nubes de algodón.
viernes, 12 de septiembre de 2008
Pequeños consejeros
Los especialistas somos pequeños consejeros
del amor de los demás,
de la frialdad del ajeno
que observa en la retaguardia el sinfín
de las noches que hemos vivido inexorablemente.
Los versos no han de alargarse más allá
del versículo que impide el ritmo; sí, la verdad
de arrostrar imágenes de ese destino severo
que oculta el movimiento de las ocas
del amor de los demás,
de la frialdad del ajeno
que observa en la retaguardia el sinfín
de las noches que hemos vivido inexorablemente.
Los versos no han de alargarse más allá
del versículo que impide el ritmo; sí, la verdad
de arrostrar imágenes de ese destino severo
que oculta el movimiento de las ocas
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