viernes, 25 de mayo de 2012

SIC ITUR AD ASTRA



(En la despedida de los alumnos de Bachillerato promoción 2010-2012)

Alcanzastéis un día los ya viejos escalones
que las niñas- ahora azules- inocentes vigilan
con una leve sonrisa que despide confianza.

Los antiguos pasillos de este viejo edificio
bienvenida ya os dieron con cariño y sorpresa;
alentaron el miedo del que es primerizo
y acercaron las voces con firmeza y esmero
a este insigne lugar que fugaz se os escapa.

Más tarde, nuestras aulas humildes,
en primero, segundo, o de un salto a tercero
nos hicieron amigos de confianzas y anhelos,
de los profes simpáticos o de alguno inconcreto
que no fue tan colega como siempre yo espero.

Y sin tiempo al descanso, elegido el destino,
os mandamos muchachos un saludo sincero
que os conduzca con suerte a las puertas del cielo.


miércoles, 16 de mayo de 2012


El descuento ignorante



Indicaron los sabios de la antigua sapiencia,
del color de la bella, más antigua metáfora,
de la incógnita cierta que llevaba a buen fin,
de la vieja palabra que servía del latín.

También hubo, otras veces, la familia biológica,
o tres veces repetida una misma valencia,
bien escrita en rumano, en francés o en inglés,
y le dieron lugar a cualquiera creencia.

Ahora mismo políticos de distintas tendencias,
crean leyes, verdades, de insufrible admisión, 
aminoran la cuota del ya pobre e indolente,
que se sirve tan sólo de su innata ilusión.

Y muchas veces desidia, y las otras rencor,
se defienden a voces en la dura palestra,
de la cual muchos otros la visitan, amor,
para hacerse un idea de las viejas maestras.

Ya no importa el destino ni el agua salobre,
 las gaviotas volaron al lugar de los ricos,
donde alzan sus vuelos los del buen acerico
que sólo pincha la carne del maestro más pobre.

viernes, 11 de mayo de 2012


En Panamá

Es demasiado fuerte el azul para estar amaneciendo
tan lejos de casa, en Panamá, donde rudos hombres
me enseñan sus triceps llenos de oscuras manchas
moradas de dorado azul que es una señal de estibador.

Siguen entrando barcos a la dársena con proas estériles,
con imágenes de hombres que, en la borda, asoman sonrisas,
imágenes inciertas de tríptico, de marinero.

Y atraviesas un canal en lo justo,
ves al viejo barco rozar con el hormigón
que tanto tiempo lleva ahí.

Y preguntas ¿capitán, cuánto a estribor,
será demasiado a babor, que ya veo que roza
con las almas americanas?

Joven, sólo se trata de la paga de un gran pago,
de unos ideales que la empresa aporta a estos vagos.

Yo, como grumete, miro viendo solo estibadores
que, nerviosamente, no pueden errar en la medida,
ni siquiera mirar aún más lejos de los bloques
que separan el Atlántico del Pacífico .