En Panamá
Es demasiado fuerte el azul
para estar amaneciendo
tan lejos de casa, en
Panamá, donde rudos hombres
me enseñan sus triceps
llenos de oscuras manchas
moradas de dorado azul que
es una señal de estibador.
Siguen entrando barcos a la
dársena con proas estériles,
con imágenes de hombres
que, en la borda, asoman sonrisas,
imágenes inciertas de
tríptico, de marinero.
Y atraviesas un canal en lo
justo,
ves al viejo barco rozar con
el hormigón
que tanto tiempo lleva ahí.
Y preguntas ¿capitán,
cuánto a estribor,
será demasiado a babor, que
ya veo que roza
con las almas americanas?
Joven, sólo se trata de la
paga de un gran pago,
de unos ideales que la
empresa aporta a estos vagos.
Yo, como grumete, miro
viendo solo estibadores
que, nerviosamente, no
pueden errar en la medida,
ni siquiera mirar aún más
lejos de los bloques
que separan el Atlántico
del Pacífico .
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