Tengo una pequeña pesadumbre, una enorme tristeza
De haber acompañado cruelmente a la vieja desidia,
Perseguir sin tino
a la verdad del humano,
Sin artilugios ni enseres por creerlos inútiles,
Meros gestos procaces de piruetas circenses…
Es una eterna pelea con la bondad y el amor,
Con los ojos azules de lo bello y lo simple,
Aunque, a veces- o
siempre- yo ya erré el camino
Que conduce a lo ingenuo de los hombres caducos.