lunes, 30 de junio de 2008

EL PALMAR

Mientras los barbudos pasean por la playa
la luz del atardecer muestra su dulce osadía
y viaja con maletas enemigas de fuerte pudor
mirando de reojo falos inútiles para el amor.

El mar se suaviza,
espejea frente a los últimos ojos
que lo miran,
deshace fuertes poesías
de viejas casas que acompañan
a la estrecha y pequeña carretera,
emite gemidos de vaca
que la antigua vecindad oye
apenas

Alemanes circulan callados en volsvaguens
de viejas ventanas, sólo oyen el rumor
del mar,
que con acantilados de Conil
asemejan a un fantasma de verano

viernes, 13 de junio de 2008

PAPA EN EL HORIZONTE

No se puede manchar de lo desconocido
la imagen, que corría en las madrugadas
sin fin, sin querer alejarse de la ciudad,
y , a la vez, amando casi el fin de las cosas.

Ajeno a la deidad y a la desidia del amor
caminaba impasible hacia el horizonte
imaginaba descifrar enigmas sin respuesta
que, inocentemente, dejaran llegar a fin de mes.

Aún lo veo caminar por encima de las pajas
de una era que no era suya,
brillar entre un duro eucaliptus
que llamaba a todas las ausencias.

Circulará entre un arroyo brillante,
no por la laguna Estigia que hace eternos
a los héroes de pacotilla, no sublimes.
Sublime su silencio, su etiqueta de ser humano.

martes, 10 de junio de 2008

LA VEJEZ

En aquella ocasión vimos a la escuadra de aviones
surcar los cielos.
Nos dejaron de interesar las curiosidades
amañadas por adolescentes; las odiábamos
como a quien le roban el corazón.

Eran amarillos los recuerdos,
de un amarillo verde ocre sutil
que te sorprenden en callejas sin salida
sin agonía.

Pero, a lo lejos, comenzaban a sugerirnos
alientos de campeón, nuevos verdes ocres
que eran la imagen de lo más lejano.

Parecía imposible retirar las armas
ante un enemigo impasible;
olíamos de la ribera el frescor
que nos conducía al más allá,
al lugar de los muertos con memoria.

NINGUNO


No pretendas crear lo que no puedes
imáginate en el tiempo más cercano,
no busques la justicia de los versos
anoréxicos del mundo y de la vida.

Añora el cruel destino de los bárbaros
que entorpecen el odio del ajeno;
deja vivir tu aliento, el más frío
de los suelos, el sentimiento breve.

La nota humana hará de ti un imposible
aspecto de lo rico, de lo vano
que, a tiempos, nos revuelve las entrañas.

Nos hace descubrir a un dios inútil
un adiós de música de cámara
en una línea apenas decadente