viernes, 21 de mayo de 2010

El andén

Nunca me han gustado las despedidas
junto al tren.

Me han parecido líneas y líneas
de melancolía inútil,
almas débiles que temen su propio destino.

Quizá las paralelas nos hagan- una vez más- inútiles,
o cosmopolitas de la imagen onlineada,
y nos dejen,como bárbaros espectros,
soñar en la dulce verdad del horizonte.

No habría que desanimarse por tan cotidiana situación,
ni animar a las almas volátiles a rechazar
lo incomprendido,
porque la respuesta está aquí:

No véis a los viejos viajeros con capa
depositar su alma junto a la cantina
y dejar pasar el tiempo de las vías,
y cuando notan una pequeña vibración
esconden su cara detrás de la aireada ventana que los acoge;

acaso no los veis insuflar ánimo
al viajero novel,
al que su alma quedó en otro andén,
aL que sufre día día la imagen de lo falso.

Algunos, durante la noche,
pasean sin ningún norte por las viejas papeleras,
escudriñando lo poco que aún pueda quedar,
para luego ser mayor en aquellos escondrijos
que los altos viajeros evitamos.