sábado, 5 de diciembre de 2009

La ciudad, la bestia y el poeta

Me tiene atrapado la indefensión
de no volver atrás.

El regreso impide una respuesta
sin sed.

Ahora, sería más divertido
un gesto.

Es la hora de besar a la bestia,
dejarla hacer de lo suyo.

Si empiezo a alargar el verso
se me vuelve a la mitad: un hemistiquio.

Y sueño con aquellos poetas sucintos,
llenos de calor e imágenes
que en la gran ciudad no son nada.


Los que, con los grandes autobuses,
ignoran la equivocación,
el destino de cualquier pasajero.

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