Cuando el amor ya empieza a adelantarte
y apenas deja ya reciclar ningún residuo,
los días van volviéndose cansinos,
defectos de calendario ya agotado
en agostos y septiembres y diciembres,
en viejas luminarias ya apagadas
que advierten a tu cuerpo del destino,
a tu lengua del más dulce sonido.
Y en el empeño de recuperar viejos quilómetros,
agotas gasolina y caucho ahumado
que te muestra que el propósito es imposible,
imposible ordenar el pensamiento
una vez que cruzas la corriente.
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