sábado, 23 de mayo de 2009

Aquellos que abandonamos los dulces vientos
que nos acariciaban ,
hoy mantenemos la sequedad de la paramera.

Añoramos en demasía la brisa azul
e ignoramos cómo andaran por allí.

Pero no se no has perdido el conocimiento.
Sustituimos esa sensación por el desprecio
hacia los animales,
pequeños animales que se esconden con la luz.

Y cuando vemos vestidos a la antigua usanza
a los que pasan junto a nosotros como fantasmas,
pensamos si la máquina del tiempo
se ha vuelto rebelde.

Todo se convierte en luz azul,
en una bella luz azul que no indica peligro.

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