Quienes estamos en desacuerdo con el ritmo
Que marca el quehacer diario
de los hombres
Y nos volvemos huraños y retráctiles por defecto Deseamos un solo fin que
conduzca a la apertura
O , al menos, que defienda una postura indefectible
Que convierta a la
piel en mera práctica
De un dulce dolor, de un cielo encubierto de algas
Que
acostumbre al alma a ser tan sencilla
Para no acabar en los altos andamios,
Allí donde los hombres sueñan con lo inescrutable
Con la simple idea de
volverse más sociables.
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