¿ Es verdad que es ahora donde el mar acaba
y empieza una limpieza junto a la borda?
En las horas perdidas, junto a la batea
que tiene su nombre exacto y justo,
he soñado ideales de hombre de a pie
y he bebido agua de mar y desechos.
Aun aguanto el odioso viento del este
y amanezco junto al timón resbaladizo
que no me ha dejado soñar en estas noches
de luz y dolor con esa luna tan grande.
Y el güiski cómo debe ser en alta mar.
¿ Sabrá lo mismo o te dejará esa sed infinita?
¿El miedo frente al pequeño deseo de esa mar
que no hace aspavientos ni a su cara más dura?
Tejo las pequeñas redes junto al espigón,
y los turistas pasan junto a mi espacio
preguntándose de la textura y la fibra
de los que estará hecha esta red infinita.
Pero... me dejé soñar por Emilio, mi amigo,
el que me inducía a abandonar el flujo materno,
y las almohadas húmedas con sabor de libertad
eterna, que es solo un paso a su brillantez.
Pero, Emilio...estuvo en La Pampa, antes en Bali
y en las largas barcazas de Senegal que quizá odiaban
a los occidentales que se sumerjen en esas motos odiosas,
tan opuestas a Mendoza argentino, lejos y muy sola...
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