jueves, 11 de noviembre de 2010

Reflexiones antiguas junto a la fuente del olivo

Ya no se escuchan las mismas voces aquí,
que antes.
Es una lastima que no sea así,
porque no debe ser definitiva la dejadez;
o, como dicen los poetas finos, la desidia.

De cualquier manera el milagro es el mismo:
dos onzas de chocolate,
se convierten en un genio de cola larga;
dos amigos,alguien al que agradecer su prepotencia.

Aún recuerdo una cerveza de litro circulando
de boca en boca, con y sin sida,
con el minarete de la catedral al cielo
y la vieja fuente de no caños dorados
refrescando el ardor de la mariguana.

Hoy son habituales los guiris de calcetines blancos;
para nosotros era igual
porque éramos modernos.

Hoy casi todos escuchamos a Haydn con esfuerzo,
a las de Bach suites de violoncelo,
a Elisa de Beethoven;
y nadie es triste...

Parece que fue ayer. Y es verdad.

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